RONDA Y LA QUEMA DE IGLESIAS DEL AÑO 36

La famosa reliquia de la “Mano de Santa Teresa” fue requisada a las Carmelitas del Convento de la Merced y es trasladada a Málaga en la huida, por los dirigentes integrantes de los ya citados Comités, después de ser conquistada Ronda . Entregándola el día 23 de septiembre en la Comandancia Militar. Al ser tomada Málaga en febrero fue encontrada por los vencedores en el despacho del coronel Villalba, y Franco la tuvo durante todo su régimen en el reclinatorio de su habitación en el Palacio del Pardo, viajando con él en muchas ocasiones, especialmente durante sus vacaciones en el Pazo de Meirás.
A la muerte de éste fue devuelta a las Carmelitas de Ronda, que reclamaron su propiedad durante todos estos años, como había dejado dicho.
Fueron incendiadas también la Iglesia del Espíritu Santo y Padre Jesús y su veneradísima imagen. También arden el Convento de las Franciscanas y la iglesia de San Francisco. En la Iglesia Mayor es quemado un retablo barroco, parte del coro y el órgano. También es quemada la Iglesia Virgen de Gracia, la más antigua de Ronda; en el Convento Madre de Dios y su iglesia se llevaron a cabo enormes destrozos, al igual que en la ermita de la Concepción y las Clarisas, así como en la Capilla de la Plaza de Toros.
No se salvó ni un templo, y fuera de ellos eran apiladas las imágenes y objetos religiosos, a los que se prenden fuego como pila purificadora, otras incluso sirvieron de barricadas. A las Carmelitas de la Merced las hicieron salir antes de prender fuego y las llevaron al Asilo de Ancianos de los Desamparados, que fue respetado; la Merced fue convertida en “Casa del Pueblo”. También fue respetado el Asilo de San José y los Salesianos, en un principio, tanto los de El Castillo como los de Santa Teresa.
Cuatro días después desalojaron de El Castillo a los salesianos y a los sesenta niños que disfrutaban de una Colonia veraniega y que tenían confiados a su cuidado. Fue saqueado todo el Colegio al igual que Santa Teresa (Palacio de Moctezuma). El Colegio de El Castillo fue convertido en hospital. Los salesianos momentáneamente se refugiaron en diversas fondas y hoteles, así como en la casa de José Furest… Aquí empezó su calvario.
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