TESORO DEL CARAMBOLO
EL "OTRO " TESORO DEL CARAMBOLO.
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EL "OTRO " TESORO DEL CARAMBOLO
Estado actual donde fue encontrado el Tesoro Carambolo
EL "OTRO " TESORO DEL CARAMBOLO
El Tesoro de El Carambolo consta de un conjunto de varias piezas de oro y cerámica de origen fenicio, que fueron encontradas en 1958, en el cerro de El Carambolo en el municipio de Camas-Sevilla. La fabricación del conjunto está datada entre los siglos VI a V AC para el collar, y en torno a la primera mitad del siglo VII AC para el resto de las piezas. Recientes estudios confirman que se trata del ajuar propio de animales que eran sacrificados en templos fenicios dedicados al dios Baal y la diosa Astarté..
A tres kilómetros de Sevilla, unos pequeños cerros a los que llaman carambolos se elevan un centenar de metros sobre las aguas del Guadalquivir. En uno de ellos, en el término municipal de Camas, se encontraba La Real Sociedad de Tiro de Pichón de Sevilla. Esta entidad, que adquirió el terreno en 1940 con la idea de ubicarse físicamente allí, había iniciado unas obras para ampliar sus instalaciones, con motivo de un torneo internacional que tenía previsto celebrarse. El arquitecto que dirigía las obras no le convencía que unas ventanas que darían a una futura terraza en construcción, pudieran quedar casi al mismo nivel que ésta, por lo que antes de que se colocara el pavimento mandó excavar para que se profundizara unos 15 cm más.
El 30 de septiembre de 1958, uno de los obreros, Alonso Hinojos del Pino encontró casi en la superficie un brazalete que luego resultó ser de oro de 24 quilates de un incalculable valor arqueológico. Al observar que al brazalete le faltaba un adorno, tanto él como el grupo de trabajadores que participaba, siguieron excavando en la búsqueda de la parte restante. Pero la sorpresa fue aún mayor cuando encontraron un recipiente de barro cocido, una especie de lebrillo, conteniendo muchas otras piezas.
Aparentemente pensaron que eran imitaciones de joyas antiguas, de latón o cobre, por lo que no dieron mayor valor a lo encontrado. Tanto es así, que se las repartieron entre los trabajadores que habían intervenido. Uno de ellos, para demostrar que no podían ser de oro, dobló repetidamente una de las piezas hasta llegar a romperla. Debido a aquella absurda prueba, la marca de una perceptible rotura ha dañado para siempre uno de los elementos que tiene forma de piel de toro. La sensatez y el temor de posteriores responsabilidades, aconsejaron a los obreros a entregar las joyas encontradas. La leyenda comenzaba a dejar de serlo para convertirse en realidad.
Cuando ejercía como Comisario de la Expo 92 de Sevilla, Don Jesús Aguirre, marido entonces de la Duquesa de Alba y Duque consorte, encargó a un prestigioso joyero de Madrid, una exacta reproducción en oro del tesoro, para ser expuesta. El temor, por parte de miembros del Ayuntamiento sevillano, de que las piezas originales, cuando se devolvieran, podrían ser sustituidas por una copia, produjo un enfrentamiento con el Duque de Alba que desembocó en el cese de su cargo como Comisario.
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